sábado, 23 de febrero de 2013

Hacer un Horno o vivirlo







Hoy os cuento una de mis grandes pasiones, el trigo, el pan y un horno. Aunque para mi hacer cualquier cosa es poner pasión en si mismo. Vamos que soy un apasionado y así vivo.
Por fin me decidí, hace unos años ya, dejé de hablar de hornos, de visitarlos, estudiarlos, compararlos etc, etc y nos pusimos manos a la obra.
La idea principal, hacer un horno sin utilizar ningún material que no fuera natural y hacerlo nosotros mismos, hubo grandes colaboradores, primo Fernandillo, mi vecino Paco, Javinovio, la cuadrilla de niños y yo. En fin, más que una aventura una experiencia, una locura hecha realidad y unos días mágicos con resultado maravilloso.
Después de debatir durante años, se optó por hacerlo de falsa bóveda, al estilo de los hornos prehistóricos, cuando todavía no se conocía la bóveda. Eso no es otra cosa que ir aproximando ladrillos hasta llegar arriba y que forme una bóveda, para que el calor se reparta homogéneamente. Por supuesto, sin chimenea y con puerta de madera.
Los ladrillos los traje de Vélez Málaga, donde todavía los hacen únicamente con barro cocido en horno de leña, son súper porosos. Aquí uno de mis convencimientos, a día de hoy casi todos los hornos se están haciendo con ladrillo refractario, pero prefiero un ladrillo de barro porque asume mucho calor que después desprenderá. Aunque yo siempre tengo presente aquello de que una vez vino un barco lleno de colores y al final faltaron, vamos que para gustos los colores.





La base se rellenó de arena y sal, apoyando los ladrillos directamente sobre la sal, esto me lo enseñó mi tio Pepe que para muchas cosas es un sabio y para todas las demás una bella persona.
Después a poner filas de ladrillos unas sobre otras con un poco de barro muy fino y así hasta llegar arriba. En la mitad, un poco de tensión con la puerta, pero el vecino Paco que es un maestro de estas cosas y de otras también, solucionó con maestría.
Una vez terminado, con tierra colorada de la propia finca y bastante paja y agua, hicimos una mezcla para revocar el horno completamente. Los niños en su salsa, bueno en la salsa marrón de tierra, paja y agua, una barbaridad indescriptible pero una vivencia que nunca olvidarán.









Lo dejamos secar y le echamos una capa muy fina de barro, el mismo con el que se fabrican los ladrillos, para dejar un acabado en condiciones. Y tras esto cal y cal y más cal. Y así sigo todavía, de vez en cuando cal, por supuesto apagada por nosotros, a la que le añadimos aceite usado para hacerla más plástica, truquillos del primo fernandillo.








                                                   Mateo, que todavía no había nacido, ha tomado el testigo de la cal



Tras unas cuantas pruebas, nos felicitamos por el éxito, pero no nos conformamos con unos abrazos y pasamos a la acción con un par de chivos y unos panes, maravilla de vida.






La verdadera colaboradora de esta bella historia fue la jefa de la casa, que aparte de limpiar barro por todos sitios y hacernos torrijas con miel por las tardes y cafe de pucherete, tuvo que encargarse de todo, porque yo, que gracias al horno y a ella me conozco un poco más, cuando me pongo a hacer algo de este tipo, pierdo la noción del tiempo, no se si virtud o defecto, pero así fue, menos mal que lo hicimos en una semana, gracias a todos por supuesto.


                                                



Trigo de este año, Foto enero 2013, variedad Raspinegro en recuperación.


Febrero 2013



Febrero 2013















5 comentarios:

  1. Emocionante articulo, sorprendida, porque asi es como se siente una cada dia en esta familia tan maravillosa. Gracias a la jefa y al jefe.

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  2. Olé. Una pregunta técnica: el otro día me decía Miguel que hay un método para saber cuando el horno está en su punto de calor. Según él, cuando la ceniza generada en el interior pasa de negra a blanca, es que la temperatura ha llegado al punto perfecto. ¿Es eso asín,maestro?

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    1. Hola querido, la respuesta es no, pero casi, casi. Lo que tiene que pasar de negro a blanco es el ladrillo. Fíjate en las fotos y verás que para el pan, el blanco del ladrillo llega hasta abajo, para la carne y pimientos a la mitad. Dependiendo de hasta donde llega el blanco tiene una temperatura u otra, además esto varía según la temperatura exterior y la estación del año. Es sólo una cuestión de observación, mucha paciencia y muchos panes crudos o quemados, pero al final se aprende si siempre lo haces con ilusión. Por supuesto como ya sabes este horno no tiene termómetro, es que pensé, si los prehistóricos no tenían y comían pan pues nosotros también. Esto último no quiere decir que quiera ser prehistórico sino que quería un horno totalmente natural y al estilo de antaño. Gracias por tus comentarios.
      Besos

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    2. Gracias, es más, tal y como me explicó Miguel y yo no supe repetir, se refería al techo del horno, y paredes. Yo entendí que era la ceniza pero no. Buena aclaración, el termómetro que se lo pongan en la axila. Nosotros a nuestra observación paciente y a los dichos populares: "Cuando el grajo vuela bajo, hace un frío del carajo" o "tengo más calor que un soldao en Ibiza"

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  3. Este blog huele a Rousseau y a Montaigne

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